3º capítulo. La producción extranjera durante los 60 y 70. Las grandes
superproducciones y las coproducciones.
Con la llegada de las
producciones extranjeras y especialmente con las películas producidas por
Samuel Bronston, España se fue convirtiendo en plató de rodaje de numerosas
películas. Atraídos por la mano de obra barata y el excelente nivel profesional
de nuestros técnicos y artesanos se rodaron desde grandes superproducciones
hasta pequeñas coproducciones de bajo presupuesto.
De entre las primeras se puede
destacar, además de las de Bronston, como El
Cid (Anthony Man, 1961), o 55 días en
Pekín (Nicholas Ray, 1963), otras tan espectaculares como Lawrence de Arabia (David Lean, 1960), Doctor
Zhivago (David Lean, 1965), Nicolás y
Alejandra (Franklin Schaffner, 1972) o Patton
(Franklin Schaffner, 1970).
El rodaje del ataque al tren del
ejército turco por parte de Lawrence y su ejército de rebeldes, se llevó a cabo
en Almería, donde se explosionó y descarriló
un tren de verdad.
En estos años, hay ya técnicos
especializados en los efectos, como Antonio Molina, o Manuel Baquero, y otros,
como Basilio Cortijo que pasa a trabajar bajo la tutela de Alex Weldon en la
mayor parte de las producciones americanas. Además de Weldon, vinieron a
trabajar a España otros técnicos extranjeros que se establecieron aquí, como
Richard Parker con el que trabajaron Pablo Pérez que venia de ser uno de esos
atrecistas manitas que hacían efectos hasta que se pasó definitivamente a los
departamentos de efectos mecánicos que crearon los americanos. Durante estos
años desarrollan su trabajo de aprendizaje un gran número de técnicos españoles
que comenzaron algunos a finales de los 50 y que se encontraron, en las
películas americanas sobre todo, con una
extraordinaria oportunidad para aprender
de alguno de los mejores técnicos de Estados Unidos e Inglaterra. Algunos de ellos son: Antonio
Bueno “puccini”, Antonio Parra, Fernando Pérez Escurra, José Antonio Balandin,
Alfredo Segoviano, Juan Ramón Molina, y
un largo etcétera. En la foto Antonio Bueno(Puccini), Basilio Cortijo y otros
en el decorado del foro romano de “La caída
del imperio Romano” (Foto cedida por Antonio Bueno)
Basilio Cortijo en uno de los
decorados de "El Cid"
(Anthony Man 1961).Cientos de extras vestidos de moros aguardan bajo las falsas
murallas de madera y escayola de la cuidad de Valencia. (Foto cedida por Basilio Cortijo)
Para el asedio de los chinos a
las tropas internacionales en la película "55
días en Pekín" tampoco se utilizaron maquetas, sino que se
construyeron los decorados a tamaño real, y en el ataque, fueron destruidos por
el equipo de efectos especiales.
Alex Weldon fue el supervisor de
los efectos especiales. Tuvo a su cargo a un nutrido grupo de técnicos
españoles. Basilio Cortijo fue el que más años estuvo trabajando con él durante
más de dos décadas.
Siguiendo la estela de las
grandes producciones anglosajonas aparecieron las coproducciones europeas especialmente
con Italia. Películas de bajo presupuesto
que pretendían aprovechar el tirón de títulos famosos haciendo películas
de género con poco dinero y mucha imaginación. Surgen así, subgéneros como, el
“peplum” o los “spagueti western” con películas como: El coloso de Rodas (Sergio Leone, 1960) Los siete espartanos (Pedro Lazaga 1962), La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965) o, El hombre de río malo (Eugenio Martín,
1972) etc.… Todas ellas dan cabida a efectos especiales que van desde los más
simples, como disparos o lluvia hasta terremotos, incendios de ciudades y todo
tipo de cataclismos.
En "El coloso de Rodas" el director artístico Ramiro Gómez
estuvo a cargo de la construcción del famoso coloso. Para ello, contó con la
ayuda del constructor Francisco Asensio y del escultor Resti. Se crearon dos
maquetas de la escultura para los planos generales. A tamaño real se hicieron
los pies y parte de las piernas hasta
las rodillas, de veintisiete metros, en el puerto de Laredo.
Por otra parte se construyó la
cabeza, los brazos y parte del tronco, de unos veinte metros de alto.
Foto de rodaje del Coloso. En la
derecha, en primer plano, el seiscientos y las dos mujeres con sus pañuelos,
dan la imagen típica de la
España de los sesenta.
En estas películas de menor presupuesto solían trabajar también
los mismos técnicos españoles que lo hacían en las grandes producciones
americanas. Los constructores de
decorados realizaban también maquetas y trucajes además de construir elementos
de atrezzo especiales, desde falsos animales muertos, hasta decorados que debían
ser incendiados, inundados o devastados por terremotos. Constructores como Francisco Asensio, Francisco
Prosper, Rafael García, contaban con pintores, escayolistas y maquetistas como,
Emilio Ruiz del río, Julián Martín
“Julianin”, Jacinto Soria, Manuel Mampaso, Vicente Jesús, y muchos otros.
Entre los maquilladores,
destacaba Julián Ruiz, Julipi, que trabajó en todas las películas de Bronston
y muchas otras más, extranjeras y españolas creando grandes caracterizaciones y
manteniendo a su lado a un nutrido grupo de ayudantes, que con los años se
convertirían en excelentes profesionales del maquillaje y la caracterización
como: Miguel Sese, Romana González, Carmen Martín, Fernando Florido, y su esposa
Antoñita Ruiz magnifica y entrañable maestra de los postizos que hasta día de
hoy mantiene el taller que su marido
Julián heredó de su padre.
Caracterización de Julián Ruiz para Omar Sharif con la barba congelada para Doctor Zivago. Y barba con canas y
cicatriz para Charlton Heston en El Cid
Las coproducciones europeas
tocaron todos los géneros, desde el cine de espías al estilo James Bond como "Cifrado especial"(1966) hasta el cine bélico con películas
como "El largo día del águila" (1969)
En casi todas las películas
bélicas rodadas en aquellos años, se utilizaron vehículos reales cedidos por el
ejército español. Las explosiones debían ser vistosas y espectaculares pero no
destructivas para no dañar los vehículos. Si se necesitaba destruir algo de
debía hacer falso o en maqueta.
Para la destrucción de un puente
en El largo día del águila, se
colocaron pequeñas cargas explosivas en el puente real para que hiciesen gran
cantidad de humo. Luego se rodó la destrucción de un puente en miniatura
replica del real encajado en el paisaje. Emilio Ruiz pintó una maqueta del
puente destruido y un paisaje de fondo que tapaba el puente real. (Foto cedida por Emilio Ruiz)
Otro de los subgéneros que tuvo
mucha aceptación durante los 60 fueron
las películas de piratas. Enrique
Alarcón recreó un maremoto que inundaba
y arrasaba un aldea costera en El hijo
del capitán Blood (1962) el director de arte Juan Alberto Soler utilizó el
barco de El capitán Jones (1959), y lo remodeló para la película “Surcoff el tigre de los siete mares”
(1966) para la que se construyeron replicas del barco en miniatura de dos
metros y medio de largo para su destrucción.
Inundación en El hijo del capitán Blood y maqueta del barco para Surcoff.
Con estas producciones vinieron
una serie de técnicos extranjeros como Ray Harryhausen, Alex Weldon o Eugene
Lourie. El trabajo que desarrollaron en
nuestro país junto a algunos de los mejores técnicos y artistas españoles,
merece un capitulo aparte.
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