lunes, 7 de mayo de 2012

capitulo 1

 


Resumen del 1º capítulo. 
Los pioneros del cine Mudo. Segundo de Chomón y Fructuoso  Gelabert. La producción española hasta la Guerra  Civil.


Los efectos especiales o trucajes, ya eran conocidos y usados en el teatro mucho antes de que naciera el cinematógrafo. Se trataba de  efectos escenográficos con los que se sorprendía a la audiencia. Para ellos se utilizaban efectos mecánicos tan simples como poleas  y  rudimentarios arneses para colgar objetos o actores que aparecían volando en el escenario. Los  artesanos encargados de utilería y  atrezzo, construían elementos que debían ser rotos o destruidos en las funciones. Normalmente  se construían en piezas y se montaban  cuidadosamente para que simulasen romperse y se pudiesen volver a montar para la siguiente función. Se esta forma se podían destrozar mesas, sillas y otros elementos. También se usaban trucajes con espejos para hacer aparecer,  por ejemplo, fantasmas, que en realidad eran reflejos de un actor escondido tras los bastidores. Durante siglos, en los teatros de todo el mundo  escenográfos, directores de escena y artesanos del medio se las habían arreglado para  ir inventando todo una serie de trucajes con los que poder asombrar a los espectadores.
Cuando apareció el innovador cinematógrafo, muchos de eso trucajes se usaron frente a la cámara y aparecieron muchos otros más que tenían que ver con el mismo medio fotográfico. 
Georges Melies fue sin duda el gran pionero mundial de los trucajes cinematográficos. Utilizó muchos de esos viejos trucos heredados de la tradición teatral, y por supuesto, creó muchos otros nuevos, específicamente del género cinematográfico.

La industria cinematográfica española fue, durante los primeros años de vida de este nuevo invento, a rastras de las innovaciones de la industria francesa y americana. Y aunque el nivel de nuestro cine era más bien pobre, algunos entusiastas y aventureros del género lucieron con una intensidad creadora propia de los mejores pioneros europeos. Entre ellos destacan el aragonés Segundo de Chomón y el barcelonés Fructuoso Gelabert.

Segundo de Chomón fue sin duda uno de los grandes innovadores en el arte cinematográfico en su época.
 

Comenzó coloreando a mano  fotograma a fotograma películas para la empresa Pathè Frérès. En 1902 rueda Choque de trenes, para la que utiliza trenes de juguete para reconstruir el trágico accidente.
Poco después se embarca en proyectos como Pulgarcito (1903) y Gulliver en el país de los gigantes (1903), películas en las que utiliza por primera vez sobreimpresiones y rodaje a dos escalas para conseguir el efecto de gigantes y enanos.
En 1906, rodó El hotel eléctrico primera película española en la que se utilizaba el rodaje de objetos animados fotograma a fotograma para simular que se movían por si solos.
 

Por entonces Segundo de Chomón se convirtió en la competencia directa de Georges Melies.  En un alarde de imaginación, Chomón rodó Viaje a Júpiter (1909) y Viaje a Marte (1909) En 1012 es contratado por la compañía turinesa Italo Films para la que  realiza trabajos de sobreimpresiones, y maquetas que él mismo fotografía.
La mayor parte de su carrera la desarrolló en Francia e Italia, colaborando  en películas como Cabiria (Giovano Pastrone, 1906) o Napoleón (Abel Gance, 1926), para las que construyó y fotografió  espectaculares maquetas. Entre la lista de sus invenciones se  pueden destacar, las trasparencias, cortinillas, muñecos animados, y coloreado a mano.

 Junto con él Fructuoso Gelabert fue el otro gran pionero de nuestra cinematografía. Fundó los primeros estudios barceloneses destinados a la construcción de aparatos cinematográficos y  equipos de proyección.
El 1899 rodó la primera película española con trucajes, Choque de dos trasatlánticos en la que usa  maquetas y barcos en miniatura, y en 1908   para la película Los calzoncillos de Toni construyó el primer tambor giratorio con fondos pintados, colocado tras la ventanilla de un vagón, para crear la sensación del movimiento de un tren.
Diseño del estudio de Gelabert, en Horta.  El estudio se acabó en 1916 y  se conoció entre la gente como "la casa de cristal", parecida al estudio que
Georges Melies tenía  en Paris, construido como un gran invernadero con paredes de cristal para favorecer el rodaje con luz natural.
 

Durante las primeras décadas del siglo XX los efectos especiales, estaban incluidos en el departamento de decoración. Eran los mismo directores de arte o sus ayudantes los que se encargaban de construir las maquetas, pintar los forillos, o de simular lluvia, viento, fuego y demás efectos atmosféricos.

Los hermanos Ricardo y Ramón de Baños fueron otros de los grandes pioneros de nuestro cine.  Ramón, se dedicó especialmente a la fotografía, trucajes, títulos y arte en general. 
En 1916   la productora de los hermanos De Baños coprodujo con una productora francesa,  La vida de Cristóbal Colon y su descubrimiento de América. La producción se  elevó a la increíble cifra de un millón de pesetas. Esta astronómica suma de dinero se debió al coste de la construcción de decorados,  incluidas las tres carabelas, el vestuario, y la numerosa figuración. La dirección artística corrió a cargo de Salvador Alarma, Adriá Gual y Ramón Borrell, con Ramón De Baños a cargo de la fotografía.
Fotograma de "La vida de Cristóbal Colon y su descubrimiento de América"
 

Manuel Noriega dirigió en 1924 Madrid en el año 2000, una fantasía de ciencia ficción en la que aparece Madrid convertida en una gran metrópolis futurista y el río Manzanares transformado en un canal por el que transitan  barcos mercantes. Los efectos especiales fueron de Enrique Blanco y Bernardo Perrote
En 1927 Nemesio M. Sobrevila, dirigió Al Hollywood madrileño  película en la que retrataba un Madrid futurista utilizando maquetas corpóreas. El mismo Sobrevila se encargó de construir las maquetas y animar muñecos en ellas, rodando fotograma a fotograma.
Sobrevila con una de las maquetas de “Al Hollywood madrileño”

Aunque en las décadas anteriores se habían levantado estudios de cine en Madrid y Barcelona no fe hasta loa años treinta cuando se crean los primeros estudios modernos de cine como Orphea en Barcelona o CEA en Madrid, que perduraron durante las décadas siguientes.
En estos estudios se dio empleo a técnicos y artesanos que se iban incorporando a los diferentes sectores y gremios de la producción cinematográfica. Aunque el departamento de efectos especiales no aparece propiamente dicho hasta los años cincuenta. Serán los técnicos del departamento de arte los que generalmente se las arreglen para hacer los escasos efectos mecánicos, y los de cámara y laboratorio se encargaran de los trucajes y trasparencias fotográficas. Surgen también los primeros maquilladores profesionales que comienzan a establecerse en la aún fragil industria del cine. Entre ellos destaca Julián Ruiz, conocido en el gremio como "Fifi", cuyo trabajo se desarrolla entre el teatro, la zarzuela y el cine, creando caracterizaciones con maquillaje  y peluquería. En su taller,  trabaja ya en los años treinta su hijo Julian Ruiz que años más tarde se convertiría en el mejor maquillador del cine español.

Aparecen directores como Benito Perojo, Luís Marquina o Florián Rey que comenzarán a realizar películas ambiciosas que requieren de un despliegue técnico y artístico destacable.

Don Quintín el amargao (1935) de Luís Marquina. Para recrear un accidente de coche, se utilizó un vehiculo real, que se despeó por una ladera creando un efecto  completamente realista y espectacular para la época.
 

A finales de los años treinta, llegan a trabajar España algunos técnicos extranjero  como el operador Ted Pahle  o el director de arte ruso Pierre Schildneck, que introdujo en España la técnica de maquetasen primer termino y pintadas en cristal. También el alemán Sigfredo Burmann, trabajó en películas Hispano-alemanas rodadas en Alemania durante la guerra civil. Cuando volvió a España tras la guerra  comenzó  también a realizar trucajes con maquetas corpóreas y pintadas.

Pierre Schildneck  creó una maqueta para mostrar el castillo de Selliny en la película de Luís Buñuel La edad de oro (1930)

 
Estos trucos  eran creados por  atrecistas, constructores de decorados, pintores, carpinteros y  escayolistas. Algunos se fueron especializando en estos trabajos hasta convertirse en verdaderos maestros.
A finales de los años treinta comenzaron a utilizarse en algunos estudios de cine  de forma habitual trucajes con retroproyección, mas conocidos como trasparencias.  Generalmente para planos rodados en interiores de coches o vagones de tren, para simular los paisajes tras la ventana.
Un ejemplo son las trasparencias en Suspiros de España (1939) de Benito Perojo. Estrellita Castro y Miguel ligero frente a una pantalla de retroproyección representando pasear por Sevilla o charlando en la cubierta de un barco con el océano de fondo.

 
En el próximo capitulo veremos la aparición de los primeros técnicos especializados y acreditados  en el campo de los efectos especiales.

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