Antonio Baquero. Ese desconocido.
Por todos es sabido que en las películas antiguas (hablamos de los
años 40,50) lo habitual era poner en los títulos de crédito solo a los jefes de
departamento. Quizás también a algún ayudante de montaje o de maquillaje, pero
lo normal era que apareciesen pocos nombres de los muchos que trabajaban en
cada película. No fue hasta mediados de
los setenta cuando se empezó a
generalizar la costumbre de poner en los títulos de crédito al final de la
película a la mayoría de los técnicos y
artistas. En el cine español y hablando
ya de efectos especiales, es evidente apenas hay mención a estos técnicos. Entre
otras cosas porque no había especialistas en esta categoría. Ya hemos
mencionado que los trabajos de efectos los solían realizar attrezzistas y artesanos del departamento de arte. En
alguna película de los cuarenta aparece acreditado por efectos especiales
algún director de arte como Enrique Alarcón
o Enrique Salvá (por sus trabajos de maquetas), o directamente algún maquetistas
como Juan Figuerola, o a partir de
mediados de los cincuenta Emilio Ruiz. Pero lo que no se vio hasta principios de los sesenta fue a un técnico de
efectos especiales en los títulos de crédito iniciales. Y aún así ya hemos visto que muchos de ellos
pasaron décadas sin ver sus nombres en pantalla. Hoy vamos a rememorar brevemente la carrera de uno de ellos.
Antonio Baquero. Quizás el que más se merezca un reconocimiento. La razón es muy sencilla, fue uno de los más
veteranos y de los que menos vio reflejado en pantalla su aportación al cine. Buscando sobre él en Internet
apenas aparecen tres o cuatro títulos. Por suerte su hijo se puso en contacto con nosotros
y nos ha estado mandando información. En nuestro libro Los alquimistas del 7º
arte, se menciona el trabajo de Antonio
Baquero en varias ocasiones ya que
algunos veteranos nos hablaron de él.
Pero es cierto que casi todas las referencias se hacían a su hermano Manuel Baquero.
Las dos fotos de Antonio Baquero han sido cedidas por su hijo al que estamos sinceramente agradecidos.
Antonio Baquero , técnico de efectos especiales.
Antonio y Manuel Baquero comenzaron
a trabajar en los años cuarenta (es difícil precisar el año) en el departamento de arte como attrezzistas
en películas como La princesa de los Ursinos
(1947) o La leona de Castilla (1951). El director de arte Enrique Alarcón cuenta
que en aquellos años siempre había en el departamento de arte algún “manitas”
que se encargaba de los trabajos de efectos especiales. Los hermanos Baquero
eran de esos. Una de las primeras películas que su hijo recuerda haberle oído
hablar a su padre es Locura de amor (1948) De sus primeros años en el departamento de
arte Antonio Baquero conservó la
facilidad de poder distinguir entre
los diferentes estilos de los muebles pudiendo diferencias si una
mesita era estilo Luís XV o Luís XVI.
Detonación de cañones en La princesa de los Ursinos y lluvia en un
decorado de exterior creado en los estudios Sevilla Films para La Leona de Castilla.

Con la llegada de los americanos
e ingleses a mediados de los años cincuenta,
se crearon los primero talleres de efectos especiales bajo la tutela de
los supervisores extranjeros. En ellos se apuntaron esos attrezzistas “manitas”
que ya tenían cierta experiencia en efectos. Antonio Baquero trabajó en películas
como Orgullo y Pasión (1957) o Salomón
y la reina de Saba (1959). En la primera de ellas Baquero tuvo que lanzarse a las aguas del río
Tajo donde el departamento de arte haba construido
una puente para ser volado. Con los cables atados al bañador (evidentemente sin
neopreno ni bombonas de oxigeno) buceó a
pulmón hasta la base del puente para esconder los cables que debían detonar la
dinamita que estaba colocada en la superficie bajo el puente. Recibió un fuerte
calambrazo que le obligó a salir a la superficie. Resulta que un guiri despistado se había sentado en el detonador y había hecho contacto. Su
llega a ocurrir mientras estaba cebando
el explosivo, habrían salido todos volando por los aires.
Explosión del puente sobre el
tajo en Orgullo y Pasión.
Ni que decir tiene que Antonio
Baquero formó parte del equipo de efectos que trabajó en las películas
producidas por Samuel Bronston: El Capitán Jones, Rey de
Reyes, El Cid, 55 días en Pekín, La caída del imperio romano, etc.
Antonio Baquero con su mujer en Denia, sobre la cubierta del galeón de El capitan Jones (1959).
En cuanto a voladuras, Antonio
trabajó en algunas realmente espectaculares que han pasado a la historia del
cine, como el tren en Almería de Lawrence
de Arabia (1962) o el puente en El
bueno el feo y el malo (1966). Por
cierto en westerns trabajó en montones de ellos, los de Sergio Leone, y otros
como Sol rojo (1971) y varios de los
protagonizados por Terence Hill. Antonio hijo recuerda que siendo niño todo el
mundo conocía a este actor por su nombre
artístico, pero para él era simplemente Mario, de tantas y tantas veces que le había
oído a su padre hablar de él por su nombre real.
Explosión en vía férrea con tren
real en Lawrence de Arabia y secuencia de voladura de un puente en El
bueno el feo y el malo.
La infancia de Antonio no fue
como la de cualquier niño, viviendo de rodaje en rodaje, en Almería, Marbella,
Barcelona, Mallorca, paseando por decorados como las enormes gradas que se
construyeron en Montjuic para recrear un combate de boxeo en La gran esperanza blanca (1970) o viendo como John Philip Law repasaba con su
padre la preparación de unos efectos
especiales para una escena del día siguiente en Mallorca, para una película de
Simbad.
Con Ray Harryhausen trabajó en
varias ocasiones. Dos de las de Simbad, Los viajes de Gulliver(1960), La
isla misteriosa (1961) y El valle de
Gwangi (1969) En esta ultima se rodó en la ciudad encantada de Cuenca una
escena con un terodáctilo para el que se construyó una replica a tamaño real. En
los planos generales aparece el muñeco
en miniatura animado por Harryhausen, pero en los planos cortos, el
actor lucha con un terodáctilo falso que era movido a mano por Antonio, que estaba escondido bajo
el animal, mientras el actor fingía la
lucha sobre la criatura de látex.
En el valle de Gwangi, un vaquero
luchando con el terodáctilo falso movido por Baquero.
Durante unos años trabajó en
Amobaq, la empresa que se creó entre el
taller de Antonio Molina y Manuel Baquero.
A principios de los setenta cuando Manuel Baquero dejó el cine, sus
empleados crearon la cooperativa Cinefec, y Antonio continuó trabajando con
ellos durante algo más de una década. También colaboró con ellos asiduamente
Clemente Domínguez, excelente carpintero
que estaba casado con la hermana de Antonio y Manuel Baquero.
En películas españolas, trabajó
en muchísimas desde Las vegas 500 millones (1967),
La isla misteriosa (1973) , Tarzan y el tesoro Kawana (1974) hasta Las aventuras de Enrique y Ana (1981)
También en programas de televisión como La Segunda
oportunidad (1978-79) en la que colaboraron con el especialista “cascadeur”
Alain Petit en la recreación de los accidentes de coche.
Una de los planos más
espectaculares de la serie La segunda oportunidad fue el accidente de la
cabecera.
A mediados de los setenta Antonio Baquero cayó gravemente enfermo y
aunque se recuperó para poder seguir trabajando, ya no estaba en condiciones de realizar las duras labores del rodaje y pasó
a desempeñar tareas administrativas hasta que se retiró definitivamente tras
el rodaje de Conan el barbaro
(1982) Falleció en el año1989 después de
casi cuatro décadas dedicadas al mundo
del cine.