viernes, 29 de enero de 2016

Enrique Alarcón, maquetas y falsa perspectiva. Sor Intrépida. 1952

Enrique Alarcón fue sin duda uno de los directores artísticos más importantes e influyentes del cine español.  Comenzó su carrera muy joven  a principios de los cuarenta como ayudante del decorador ruso Pierre Schild. Con él aprendió el uso de las maquetas corpóreas y pintadas integradas en los decorados. Pasó después a trabajar en un par de películas como ayudante de Sigfredo Burmann, el otro gran decorador  del cine español de  aquellos años. Y enseguida  dio el salto a la dirección de arte.
Desde sus comienzos, Alarcón sintió una gran propensión al uso de maquetas para completar  decorados. De  naturaleza curiosa y con gran afán por aprender, Alarcón comenzó en sus películas a experimentar y probar trucos de los que solo había oído hablar o leído en las  escasas publicaciones sobre cine de aquellos años.
  
Alarcón trabajando en la preparación de los decorados de "Goyescas" como ayudante de Burmann.

El resultado fue que Alarcón se convirtió en un autentico especialista en los trucajes de perspectiva y maquetas, y cuanto  más profundizaba y aprendía, más audaz y atrevido se volvía en la resolución de los problemas que le proponían sus trabajos.

En este caso vamos a repasar uno de los travellings de inicio más espectaculares de  su carrera, y por ende, de la cinematografía española de aquellos años. La película en la que aparece es  Sor intrépida (1952) de Rafael Gil.

Debía comenzar la película con un plano general de un cielo nocturno y suavemente bajar la cámara mostrando una exuberante ciudad oriental. La cámara avanzaría entre arcos y edificios acercándose a una callejuela oscura hasta descubrir una ventana abierta y llegar hasta el interior de una pequeña tienda de objetos de decoración.
Enrique Alarcón decidió resolverlo todo en un solo plano secuencia usando maquetas
 
Para ello  se construyeron en los estudios CEA, bajo la supervisión del constructor Francisco Asensio una serie de maquetas corpóreas de un tamaño bastante considerable.
 

 Alarcón   con la complicidad del director de fotografía Alfredo Fraile,  idearon la forma en que la cámara  en una grúa,  descendería desde una imagen de un cielo  falso hasta la parte frontal de la maqueta de la ciudad y una vez allí, seria empujada por los operarios sobre un travelling, avanzando hacia varios edificios, que eran a su vez, maquetas móviles que debían ser  retiradas hacia los lados según la cámara llegaba cerca de  ellos.
La cámara avanzaba lentamente hacia  el decorado de un callejón, pasa bajo un arco hasta llegar a un decorado de un callejón,  construido a una escala ligeramente menor que la real.  Por  una ventana de  un edifico de la derecha se puede ver  el interior de una casa  con un personaje moviéndose. Lo que en realidad era un pequeño decorado  montado   a varios metros de la ventana para crear el efecto de profundidad. Cuando la cámara gira a la izquierda para acercarse a la venta principal, lo que vemos en el interior es un decorado real situado tras el decorado. Según la cámara se acerca a la ventana el frontal de la fachada en se abre  desplazándose hacia los lados dejando paso al carro de la cámara.


Como se puede apreciar en las fotos (decidas por los hijos de Enrique Alarcón)  las maquetas se realizaron a diferentes escalas. Así como las primeras que se ven de la ciudad son pequeños minaretes y cúpulas, (algunos de ellos eran solo siluetas pintadas)  el tamaño de los edificios que se mueven dejando paso a la cámara  es bastante mayor.  Y el decorado  final del callejón se construyó en falsa perspectiva, con los elemento en primer termino a mayor escala que lo que se ve al fondo, para crear una sensación de mayor lejanía. Todo este juego en el cambio de escalas estaba perfectamente calculado por Alarcón  y gracias al magnifico trabajo de  iluminación  del director de fotografía y del operador de cámara que mantiene todo el plano con el  foco adecuado, el resultado es impecable.
Todo este movimiento debía hacerse como una autentica coreografía con varios grupos de personas empujando, unos  el carro de la cámara, y otros  las diferentes partes móviles de las maquetas que se debían apartar en el momento adecuado para dejar paso a la cámara.  Es de suponer que se hicieron bastantes  ensayos y se rodaron varias tomas, pero el efecto conseguido fue magnifico. La película en si no tiene mucho mayor interés,  a no ser que uno esté buscando una típica historia de ensalzamiento religioso de las  que  tanto se prodigó  el régimen Franquista en las décadas de los cuarenta y cincuenta.

El talento y la habilidad de Enrique Alarcón en el uso de maquetas, especialmente corpóreas,  le llevó a convertirse en un maestro de esta técnica, llegando a hacer un uso extremo de ella con planos en los que el decorado  construido a tamaño real  se limitaba al espacio mínimo para el actor y todo lo demás era una maqueta perfectamente encajada. Más adelante mostraré algunos de estos ejemplos con los que Alarcón conseguía engañar al ojo haciéndonos creer que estábamos viendo un decorado de grandes dimensiones  cuando en realidad  la mayor parte de los que se veía era una miniatura.





No puedo dejar de mencionar a algunos de los excelentes colaboradores de Enrique Alarcón, entre ellos los constructores de decorados y de maquetas como el ya mencionado Francisco Asensio, Enrique Bronchalo, Francisco Prosper, o Emilio Alonso
Tuvo también grandes ayudantes como José Antonio de la Guerra, José Maria Alarcón,  y en los años sesenta Antonio de Miguel, excelente pintor y forillista que realizó para Alarcón varias maquetas pintadas y que con el tiempo, como los anteriores, llegó a ser un excelente director de arte.  También, más delante mostraré algunos ejemplos del magnifico trabajo que Antonio de Miguel realizó para Alarcón en numerosas ocasiones.
En cuanto a las maquetas pintadas en cristal, Alarcón contó  principalmente con  Enrique Salvá y Emilio Ruiz durante  la década de los cuarenta y cincuenta y el ya mencionado Antonio de Miguel que se hizo cargo de estos trabajos desde finales de los cincuenta y los sesenta.
En los efectos especiales,  Alarcón tuvo como principales colaboradores a los hermanos Antonio y Manuel Baquero, excelentes atrecistas que se encargaban de los trabajos de efectos mecánicos  y atmosféricos.