viernes, 25 de mayo de 2012

capitulo3


 
3º capítulo. La producción extranjera durante los 60 y 70. Las grandes superproducciones y las coproducciones.

Con la llegada de las producciones extranjeras y especialmente con las películas producidas por Samuel Bronston, España se fue convirtiendo en plató de rodaje de numerosas películas. Atraídos por la mano de obra barata y el excelente nivel profesional de nuestros técnicos y artesanos se rodaron desde grandes superproducciones hasta pequeñas coproducciones de bajo presupuesto.

De entre las primeras se puede destacar, además de las de Bronston, como El Cid (Anthony Man, 1961), o 55 días en Pekín (Nicholas Ray, 1963), otras tan espectaculares como Lawrence de Arabia (David Lean,  1960), Doctor Zhivago (David Lean, 1965), Nicolás y Alejandra (Franklin Schaffner, 1972) o Patton (Franklin Schaffner, 1970).
El rodaje del ataque al tren del ejército turco por parte de Lawrence y su ejército de rebeldes, se llevó a cabo en Almería, donde se explosionó y descarriló  un tren de verdad.
                       
En estos años, hay ya técnicos especializados en los efectos, como Antonio Molina, o Manuel Baquero, y otros, como Basilio Cortijo que pasa a trabajar bajo la tutela de Alex Weldon en la mayor parte de las producciones americanas. Además de Weldon, vinieron a trabajar a España otros técnicos extranjeros que se establecieron aquí, como Richard Parker con el que trabajaron Pablo Pérez que venia de ser uno de esos atrecistas manitas que hacían efectos hasta que se pasó definitivamente a los departamentos de efectos mecánicos que crearon los americanos. Durante estos años desarrollan su trabajo de aprendizaje un gran número de técnicos españoles que comenzaron algunos a finales de los 50 y que se encontraron, en las películas americanas  sobre todo, con una extraordinaria oportunidad  para aprender de alguno de los mejores técnicos de Estados Unidos  e Inglaterra. Algunos de ellos son: Antonio Bueno “puccini”,  Antonio Parra,  Fernando Pérez Escurra, José Antonio Balandin, Alfredo Segoviano, Juan Ramón Molina,  y un largo etcétera. En la foto Antonio Bueno(Puccini), Basilio Cortijo y otros en el decorado del foro romano de “La caída del imperio Romano”  (Foto cedida por Antonio Bueno)
                             
Basilio Cortijo en uno de los decorados de "El Cid" (Anthony Man 1961).Cientos de extras vestidos de moros aguardan bajo las falsas murallas de madera y escayola de la cuidad de Valencia. (Foto cedida por Basilio Cortijo)
                             
Para el asedio de los chinos a las tropas internacionales en la película "55 días en Pekín" tampoco se utilizaron maquetas, sino que se construyeron los decorados a tamaño real, y en el ataque, fueron destruidos por el equipo de efectos especiales.
Alex Weldon fue el supervisor de los efectos especiales. Tuvo a su cargo a un nutrido grupo de técnicos españoles. Basilio Cortijo fue el que más años estuvo trabajando con él durante más de dos décadas.
                           
Siguiendo la estela de las grandes producciones anglosajonas aparecieron las coproducciones europeas especialmente con Italia. Películas de bajo presupuesto  que pretendían aprovechar el tirón de títulos famosos haciendo películas de género con poco dinero y mucha imaginación. Surgen así, subgéneros como, el “peplum” o los “spagueti western” con películas como: El coloso de Rodas (Sergio Leone, 1960) Los siete espartanos (Pedro Lazaga 1962), La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965) o, El hombre de río malo (Eugenio Martín, 1972) etc.… Todas ellas dan cabida a efectos especiales que van desde los más simples, como disparos o lluvia hasta terremotos, incendios de ciudades y todo tipo de cataclismos.

En "El coloso de Rodas" el director artístico Ramiro Gómez estuvo a cargo de la construcción del famoso coloso. Para ello, contó con la ayuda del constructor Francisco Asensio y del escultor Resti. Se crearon dos maquetas de la escultura para los planos generales. A tamaño real se hicieron los pies y parte de las piernas  hasta las rodillas, de veintisiete metros, en el puerto de Laredo.
Por otra parte se construyó la cabeza, los brazos y parte del tronco, de unos veinte metros de alto.
                 
Foto de rodaje del Coloso. En la derecha, en primer plano, el seiscientos y las dos mujeres con sus pañuelos, dan la imagen típica de la España de los sesenta.
                                      
En estas películas  de menor presupuesto solían trabajar también los mismos técnicos españoles que lo hacían en las grandes producciones americanas.  Los constructores de decorados realizaban también maquetas y trucajes además de construir elementos de atrezzo especiales, desde falsos animales muertos, hasta decorados que debían ser incendiados, inundados o devastados por terremotos.  Constructores como Francisco Asensio, Francisco Prosper, Rafael García, contaban con pintores, escayolistas y maquetistas como, Emilio Ruiz del río,  Julián Martín “Julianin”, Jacinto Soria, Manuel Mampaso, Vicente Jesús, y muchos otros.
Entre los maquilladores, destacaba Julián Ruiz, Julipi, que trabajó en todas las películas de Bronston y muchas otras más, extranjeras y españolas creando grandes caracterizaciones y manteniendo a su lado a un nutrido grupo de ayudantes, que con los años se convertirían en excelentes profesionales del maquillaje y la caracterización como: Miguel Sese, Romana González, Carmen Martín, Fernando Florido, y su esposa Antoñita Ruiz magnifica y entrañable maestra de los postizos que hasta día de hoy mantiene el taller  que su marido Julián heredó de su padre.
Caracterización  de Julián Ruiz para Omar Sharif  con la barba congelada para Doctor Zivago. Y barba con canas y cicatriz para Charlton Heston en El Cid
 
Las coproducciones europeas tocaron todos los géneros, desde el cine de espías al estilo James Bond  como "Cifrado especial"(1966) hasta el cine bélico con películas como "El largo día del águila" (1969)
En casi todas las películas bélicas rodadas en aquellos años, se utilizaron vehículos reales cedidos por el ejército español. Las explosiones debían ser vistosas y espectaculares pero no destructivas para no dañar los vehículos. Si se necesitaba destruir algo de debía hacer falso o en maqueta.
Para la destrucción de un puente en El largo día del águila, se colocaron pequeñas cargas explosivas en el puente real para que hiciesen gran cantidad de humo. Luego se rodó la destrucción de un puente en miniatura replica del real encajado en el paisaje. Emilio Ruiz pintó una maqueta del puente destruido y un paisaje de fondo que tapaba el puente real. (Foto cedida por Emilio Ruiz)

                              
Otro de los subgéneros que tuvo mucha aceptación durante los 60  fueron las películas de piratas.  Enrique Alarcón  recreó un maremoto que inundaba y arrasaba un aldea costera en El hijo del capitán Blood (1962) el director de arte Juan Alberto Soler utilizó el barco de El capitán Jones (1959), y lo remodeló para la película “Surcoff el tigre de los siete mares” (1966) para la que se construyeron replicas del barco en miniatura de dos metros y medio de largo para su destrucción.
Inundación en El hijo del capitán Blood y  maqueta del barco para Surcoff.

                   
Con estas producciones vinieron una serie de técnicos extranjeros como Ray Harryhausen, Alex Weldon o Eugene Lourie.  El trabajo que desarrollaron en nuestro país junto a algunos de los mejores técnicos y artistas españoles, merece un capitulo aparte.